En 1964 Uno de los nuestros.

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En Uno de los nuestros, Martin Scorsese quería probar algo nuevo: dejar margen a los actores para que improvisasen en los ensayos y después meter las mejores líneas de estos experimentos en el guion revisado final. Todos tenían claro lo que iban a decir, excepto una actriz que tan solo salía durante una escena: Catherine, la madre del director, haciendo su habitual cameo.
De hecho, la única frase que realmente estaba escrita en piedra era "¿Te ha hablado Tommy sobre mi pintura?". El resto fue totalmente improvisado en el momento, y solo le dio una indicación: "compórtate de manera maternal". Catherine hizo lo propio, tratando a Tommy como si fuera el ser más angelical del mundo a pesar de que, como hemos visto a lo largo de la película, es un psicópata. El contraste es magnífico, la idea fabulosa y da una capa más que quizá no habría tenido el mismo impacto de estar escrita al cien por cien.
La madre de Martin Scorsese tuvo su última aparición en pantalla solo dos años antes de morir por el Alzheimer, en Casino. Su libro de cocina, Italianamerican, apareció solo unos meses después de su fallecimiento en las librerías, pero no cabe duda de que tuvo una vida feliz. Ojalá todo el mundo pudiera decir lo mismo, ¿no?