Marvel ya había logrado lo que parecía imposible. Había conseguido desarrollar un consistente universo cinematográfico donde varios de los mayores superhéroes de la historia podían convivir en la misma película y no descompensarse. Lo siguiere era un reto aún mayor: hacer que se enfrentasen entre ellos.

Era todo un movimiento ambicioso convertir Chris Evans, en una especie de Vengadores 2.5 donde el mayor enfrentamiento se produce entre los mismos héroes. Llevarla a cabo fue todo un quebradero de cabeza para el estudio, tal y como se relata en el libro MCU - The Reign of Marvel Studios.
Uno de los grandes problemas era Iron Man 3 su sueldo y sus beneficios ya ascendían a los 70 millones. Hacer una cuarta Iron Man se volvió inviable, pero mantener a Downey en apariciones secundarias se volvió también costoso. Algo que también iba a ser clave de cara a Capitán América: Civil War (eso y la garantía de que no iba a ser el villano).
Pero eso suponía un problema para el comité creado por Marvel Enterprises, que supervisaba no sólo el contenido de las películas de Marvel Studios sino también sus costes. El presupuesto Capitán América: Civil War se iba a disparar, y reclamaron un borrador del guion que tuviese un coste más moderado. Y el recorte más importante era la presencia de Iron Man, en cierto punto eliminado por completo de la película.
Un comité implacable 39321m
El productor terminó encontrando un aliado en Bob Iger, el CEO de Disney que era propietaria de Marvel. El directivo terminó intercediendo en los conflictos entre el estudio y la empresa, reclamando que “dejaran de poner obstáculos” al trabajo que se estaba haciendo para desarrolla el UCM. Este apoyo dio más libertad creativa y poder presupuestario, pudiendo realizar otros grandes y populares éxitos como Civil War.
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